Galicia, Mar de vinos

Publicado el 31 de agosto de 2023

Para  hablar de los Vinos de Galicia, no hace falta venir hasta aquí donde me encuentro, pero ayuda. Incluso desde el puerto de Cangas desde donde escribo, que tantas alegrías y tragedias le ha brindado al mar gallego, se siente el halo imperceptible de la viña. No obstante, no muy lejos de aquí, podemos encontrar viñedos que sobreviven en suelo arenoso de playa. Quizá porque el vino y la gastronomía tan asociada al mar siempre han ido de la mano.

Los orígenes del Vino Gallego se remontan a épocas anteriores a que esta maravillosa tierra se convirtiera en una fuente inagotable de manjares para el paladar.

Se cree que fueron los romanos los que introdujeron el cultivo de la vid hacia el siglo I  D.C. mayoritariamente en la Zona de Valdeorras y Ribeira Sacra, en donde aún se conservan gran número de lagares en piedra granítica.

Otro hito de la historia del vino gallego sería el establecimiento de las órdenes monásticas en la Edad Media. La orden del Císter, expertos conocedores de la vid, fundan diferentes Monasterios como el de  San Clodio en O Ribeiro y Armenteira en O Salnés.

viñedo en Ribeiro Viñedo en la Zona de Ribeiro

La época de Oro del Vino gallego llegó sin duda entre los siglos XV y XVIII donde fue enviado en grandes cantidades a las nuevas colonias de América y exportado a Inglaterra, en donde además de ser apreciado por su calidad también lo era por la capacidad de aguantar largas travesías en su transporte. Documentos históricos que hablan del Vino de Ribadavia, así lo atestiguan.

En los siglos XIX y XX, si bien los vinos gallegos tuvieron un desarrollo notable, debido a varios factores como la introducción de variedades foráneas por culpa de las plagas o el marcado minifundismo de las tierras, los vinos gallegos “viraron” hacia una producción más descompensada en donde las vendimias tempranas y la poca adaptación y rendimiento de variedades no autóctonas dieron como resultado vinos de poca calidad en líneas generales y que pecaban de verdor.

La entrada de España en la CE favoreció a la calidad de los vinos gallegos ya que las subvenciones europeas se emplearon para modernizar muchas de las bodegas, algo que permitió un mayor control en la elaboración y la calidad.

Si bien en las últimas décadas el panorama vinícola está cambiando, ya veremos si para bien o para mal, con la irrupción de grandes grupos bodegueros que han acaparado parcelas y han construido nuevas bodegas, siguen teniendo ese arraigo y ese valor añadido las pequeñas bodegas familiares que han sabido adaptarse a las nuevas tecnologías y que junto a su sabiduría y buen hacer, elaboran vinos de excelente calidad.

Un buen ejemplo de ello lo tenemos en la Bodega Triay, una pequeña bodega familiar cercana a Verín que cuenta con 7 hectáreas de viñedo en ladera y que no produce más de 60.000 botellas al año bajo el amparo de la D.O . Monterrei. Enamorados de la viticultura, la familia  ha seguido elaborando generación tras generación, y ya van 6, vinos de gran calidad adecuados para cada ocasión, un sorbo de la Galicia de antaño en cada una de las botellas.

Triay

Godello, Treixadura, Mencía y Souson conforman las variedades con las que elaboran desde vinos de perfil más fresco y frutal como Triay hasta los Vinos de Tres Mulleres, más complejos y gastronómicos y que constituyen un homenaje al buen hacer de la mujer gallega en el mundo vitivinícola.

Otra corriente muy interesante en la viticultura gallega está siendo la cooperación entre jóvenes viticultores que han aprendido de generaciones anteriores las labores de la vid y que, junto a conocimientos de viticultura moderna, han sabido aunar lo tradicional y la experimentación con la recuperación de variedades minoritarias como la Sousón, Espadeiro, Caíño o Branca Lexítima.

Alberto Nanclares y Silvia Prieto, junto con otro viticultores gallegos con los que colaboran activamente, elaboran vinos con la mínima intervención posible, respetando al máximo un terruño que quieren que sea identificable y pueda expresar la esencia de Galicia y la suya propia. Producciones limitadísimas de diferentes zonas conforman un portfolio de diferentes tipos de vinos y elaboraciones pero con la misma seña de identidad, terruño y calidad.

Nanclares y prieto

Sus albariños con paso por barrica como O Bocoi Vello, Sovarribas o Paraje de Mina o los tintos de Caiño, Espadeiro o Mencía como sus Pensares da Alberto, A Senda Vermella o Labores da Silva, entre otros, conforman un universo de elaboraciones, aromas y sabores inimitables en el panorama galego.

Galicia, su riqueza histórica, cultural y su sabiduría popular plasmadas en sus vinos, y que dure mucho tiempo, porque la modernización está muy bien pero para saber hacia dónde vamos debemos recordar y no olvidar de dónde venimos.

Galicia, mar de Vinos…

Escrito por Jorge Pérez – @enofeeling.

 

Pin It on Pinterest